En anatomía, capa de tejido conjuntivo que rodea estructuras como vasos sanguíneos, músculos, nervios y tendones. En botánica, base de la hoja más o menos ensanchada que abraza parcial o totalmente la ramita en que se inserta. Su presencia pude caracterizar familias de plantas enteras; esta muy desarrollada en la umbelíferas, sobre todo en los hipsofilo del género Angelica, Archangelica, Ferula, etc., a menudo los mas próximos a la inflorescencia, reducidos a ella; la poseen las gramíneas, y abraza por completo el tallo, a veces cubre varios entrenudos; en las ciperáceas, se cierra lateralmente por concrescencia de los bordes foliares. La lámina foliar se une a la vaina, que suele estar poco desarrollada, por medio de un pecíolo más o menos largo. Sinónimo antiguamente de silicua. También fruto de las leguminosas. En las antocerotales, la que rodea el esporogonio, contituída por la pared del arquegonio concrescente con el tejido talino. En las edogoniáceas se ha denominado así a la parte larga y cilíndrica de la membrana de la célula excluido el casquete, del que se separa cuando se divide la célula y se intercala una nueva membrana. Las células de las zignemales aparecen revestidas de una vaina mucilaginosa, visible en grado variable según las especies, y en la que se percibe una estructura basal radiada. En las cianofíceas filamentosas, exteriormente a la fina membrana que limita las células, se distinguen generalmente una vaina en forma de cilindro hueco, de espesos considerable, a menudo formada por varias láminas superpuestas, incoloras o teñidas de ocre o pardo (escitonemina). Toda o casi toda su masa está formada de compuestos péctico, de aquí que se gelifique fácilmente en su parte exterior. En genética, tratándose de cromosoma, calima o matriz.