En el artículo anterior hicimos un repaso a las descripciones de los linces en los bestiarios medievales pero dejamos pasar un detalle por alto que desarrollaremos en esta ocasión. Como dijimos, «La orina del lince se convierte en una piedra preciosa, la cual el lince entierra para que los humanos no la encuentren«.
Durante la Edad Media se tenía la creencia de que la orina del lince acababa petrificándose. El resultado eran las piedras de lince o lincurios. Se trataban de una especie de rocas translúcidas que en realidad no eran más que fósiles de Belemnites. Estos fósiles pertenecían a un grupo extinto de moluscos cefalópodos del Cretácico. La confusión con la orina del lince procedía por su olor, dado que al romperse desprendían una fragancia parecida al amoniaco que era muy parecida a la de la orina del lince.
Las piedras de lince o «Licurio» se empezaron a usar para tratar diversas dolencias físicas relacionadas con el riñón o la vejiga, que acumulaban cálculos o arenas.
Como dijimos antes, al romperse, desprenden amoniaco. Ese efecto producía el lloro y creían que ello podría curar dolencias oculares, no solo en humanos, sino también en animales como el caballo, según se recoge en el libro «Buch der Natur» de Konrad Von Magenberg del siglo XIV. En ese libro también se habla de que si se frota la piedra con agua sirve como remedio contra el estreñimiento. Incluso frotándola seca podría servir para atraer al heno, como ocurría con el ámbar.
La investigadora médica, abadesa, líder monacal, mística, profetisa, compositora y escritora alemana, Hildegard von Bingen, que vivió en el siglo XII en su libro «Causae et curae» decía que la piedra de lince al sumergirse en cerveza o vino servía para curar el dolor del estómago, pero solo si tenías ese dolor, sino te podía matar.
También debido a su forma se usó como afrodisíaco sexual o amuleto. En algunas ocasiones se habla también de que la ingestión de esta piedra en polvo podría ayudar a la potenciación sexual.
En el año 1613, el científico español, Jerónimo Cortés escribe el «Tratado de los animales terrestres y volátiles y sus propiedades» donde destaca también el carácter mágico extravagante de sus remedios. Una edición del texto realizada en 1672 puede consultarse íntegramente aquí.
Sin embargo, nada de lo anteriormente descrito tiene utilidad alguna. Este artículo solo busca enseñar cómo era la concepción de la medicina a través del lince en una etapa concreta de la historia de la humanidad.